Nadie ignora el compromiso que el Grupo transnacional, encubierto bajo la denominación Santander, tiene con el Gobierno del Sr. Macri y en función del mismo arriba a nuestro país su Presidenta, Ana Botín.
El Santander, con la protección del Estado español, desembarcó -para controlar el entonces Banco Río- en la Argentina de la última década del siglo pasado a escasos 4 años del más fenomenal quebranto que se registró en nuestra historia.
Y no dejó de ser acusado, tanto en nuestro país como en España, por considerar los ahorristas denunciantes que su publicidad afirmaba que, en caso de ser necesario, respondería por los depósitos de su filial, luego atrapados dentro del denominado corralito en 2001. La denuncia fue por publicidad engañosa. Lo que sucedió es una historia que pocos quieren recordar. Los bancarios y toda la sociedad pagamos las consecuencias de aquel quebranto.
Hoy, con afán manifiesto e indudable riesgo moral, participa como uno de los principales beneficiarios del festival especulativo financiado con un fenomenal endeudamiento que promueve el actual Gobierno, cuya elección promovió con inusitado desenfado.
Participa de este casino comprometiendo inclusive los encajes que los bancos debieran preservar para responder por los depósitos en caso de demanda de sus clientes, aceptando improcedentes resoluciones del Banco Central que no tiene por qué aceptar. Esta mala decisión, es cierto, involucra a todas las entidades. No menos cierto es que el Santander y todos los bancos debieran negarse para resguardar el patrimonio de terceros que administran, es decir los depósitos de sus clientes. Pero no lo hacen. Son corresponsables.
Demás está decir que el botín, por proceder de tal manera, es más que abultado. Y por ello viene a visitar nuestro país la presidenta del Grupo, Ana Botín, que el año pasado, a pesar de rentas astronómicas medidas en euros, determinó un fenomenal e injustificado ajuste de miles de puestos laborales en el ámbito mundial.
En nuestro país, sin ninguna justificación, pues la sobrecarga laboral y próspero negocio del Grupo en Argentina es también notoria:
En definitiva, en el Santander hay maltrato y destrato sistemático.
Ana Botín ha tomado como botín los derechos de miles de trabajadores, y como objetos descartables a muchos de ellos.
Le decimos que la consideramos persona indeseable en nuestro país, que estamos hartos de su conducta rapaz e inaceptable que sufren bancarios, ahorristas, accionistas minoritarios, sociedades en distintos lugares del mundo.
Por lo expuesto, la Asociación Bancaria,
Carlos Irrera, Analía Lungo, Carlos Cisneros, Patricia Rinaldi, Pablo Regnier, Victoria Capoccetti, Walter Rey, Mariel Iglesias, Isabel Fernández, Gustavo Díaz, Enrique Ramírez, Cristian Stratico, Natalia Roino, José Giorgetti, Juan Pallo, Matías Layús, Gabriel Dipierri, Carlos Ferrari, Rosa Sorsaburu, Claudia Ormachea, Francisco Muratore, Claudio Bustelo