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Aquel 30 de abril de 1977 por primera vez frente a la Casa Rosada y en plena dictadura, se reunían un grupo de mujeres reclamando por sus hijas e hijos desaparecidos. Sin pañuelos ni carteles, empezaron a cruzarse, reconocerse y, de a poco, a entablar lazos de lucha, solidaridad y hermandad. Caminando en ronda por la emblemática Plaza de Mayo, hicieron visible la violación a los derechos humanos que estaba ocurriendo en Argentina. Así, las rondas se convirtieron en un símbolo de lucha por la “Memoria, Verdad y Justicia”.
Hoy reconocemos su legado y enseñanza que nos guían en este contexto de crisis global que estamos atravesando. Son un puente entre la resistencia pasada y la presente, un ejemplo de lucha para las nuevas generaciones que siguen defendiendo y expandiendo los derechos para todos los sectores de la sociedad, especialmente para los más excluidos. El símbolo del pañuelo blanco es la bandera de un Estado presente que incluye a todos y todas.
Por eso, a 43 años del inicio de sus rondas, Madres de Plaza de Mayo, el pueblo las abraza.